Solidaridad, equidad y no discriminación ‪#‎DiaVsHomofobia‬

 05/17/2014 - 10:35

Como una modesta forma de honrar este día tan importante por su significado en la lucha por los derechos humanos, el Día Nacional Contra la Homofobia, por primera vez comparto con ustedes, amigos de Facebook, un capítulo completo de mi libro "Perfume y pólvora. Vida y memorias de una campaña sin fin", que trata la experiencia del contacto que tuve con la comunidad LGBTT de Monterrey, mi ciudad.

Espero que quienes tengan el tiempo para esta lectura, encuentren de interés mi pequeño testimonio, y que en este día entendamos el valor de la no discriminación, la inclusión, y a fin de cuentas, del amor más allá de las diferencias.

Al final, para quienes estén interesados, comparto información sobre el libro, publicada en mi nueva página web, la cual también los invito a conocer, aunque esté en su fase de construcción.

Saludos solidarios, por un mundo de amor, equidad y libertad,

Cristina Sada Salinas

CAPÍTULO:

Encuentros con la diversidad sexual

La injusticia que impera en México tiene una de sus expresiones más crudas en la realidad vivida por esa población a la que solemos llamar “grupos vulnerables”. Entre ellos, uno que se ha vuelto emblemático es el de las personas con preferencias sexuales diversas, quienes viven una sexualidad distinta a la que durante siglos el poder eclesiástico y la cultura machista nos han impuesto como “normal”.

En el México del siglo XXI apenas estamos en el inicio del reconocimiento pleno de los derechos de las llamadas minorías sexuales, cuyos miembros se han caracterizado en las últimas décadas por su fortaleza y determinación para luchar por ser visibles y aceptados, por “salir del closet”, como ellos mismos dicen; ya que a través de la historia han sido estigmatizados al grado de padecer la clandestinidad para subsistir. La mayoría hoy demandan vivir en medio de los heterosexuales, liberados de culpa y con la dignidad que su condición humana merece. Para mí, son un ejemplo de valor y lucha aquellos que han manifestado abiertamente su condición y se han organizado a pesar del desprecio, prejuicio, burla y exclusión. Han logrado poner parte de sus justas demandas en la agenda pública con temas como el VIH/SIDA, así como la igualdad plena de derechos civiles.

Siempre he manifestado mi solidaridad hacia este grupo de personas y trato de influenciar a otros mediante el diálogo cuando noto actitudes abiertas de rechazo o discriminación laboral.

Es increíble que hasta hoy, con toda la información de la que disponemos, la sociedad mexicana siga identificando la preferencia homosexual con un crimen tan grave como es la perversión de menores. Es muy desafortunado que haya esta confusión en la mente de una parte importante de la población. Homosexualidad no es lo mismo que pederastia. De hecho, simplemente por ser mayor en número, son muchos más los heterosexuales con esta terrible desviación que los homosexuales, sin descartar que también exista entre ellos. En todo caso, son dos condiciones totalmente diferentes.

Me manifiesto a favor de los derechos humanos de esta comunidad, al igual que por diferentes razones estoy del lado de todos los grupos excluidos por prejuicios deshumanizantes.

Considero injusto que alguien dicte cuál debe ser la conducta correcta y moral en la intimidad de dos personas adultas. Sabemos que el rechazo, comenzando por el de sus mismos padres, puede conducir a personas con preferencias sexuales “no aceptables” hasta al suicidio. La homofobia y el sexismo acarrean consecuencias como tener corazones destrozados y daños serios para quienes lo sufren, y se convierten en traumas difíciles de superar con todas sus secuelas. En cambio, dejamos de reconocer el valor que ellos nos pueden aportar y nos han aportado. ¿Cuánto ha perdido la humanidad al negar a las minorías sexuales sus derechos y su dignidad? Muchos de los grandes genios de la historia que han pertenecido a estos grupos han trascendido la carga que la sociedad de su tiempo les impuso desde su más temprana infancia: Miguel Ángel, Oscar Wilde, Federico García Lorca, Tchaikovski, Safo, Florence Nightingale, Marlene Dietrich, por citar sólo algunos.

Mi plena aceptación hacia las minorías sexuales me llevó a acercarme durante mi campaña a los espacios donde se reúne la comunidad de lesbianas, gays, bisexuales y personas transgénero (LGBT, como ellos se identifican), como una muestra de genuino interés por su lucha y su condición de marginados. Más allá de buscar sus votos, como candidata me sentí comprometida a escucharlos cara a cara y a manifestarles mi solidaridad, la cual sigue en pie.

Lesbianas apartidistas

Debo decir sin embargo que estos encuentros no empezaron con el “pie derecho”. En uno de mis primeros actos de campaña coincidí por casualidad con una marcha de lesbianas que avanzaba alegre con sus consignas y porras por la Plaza Morelos.

Nunca me había tocado presenciar una manifestación de este tipo en Monterrey, por lo que entusiasmada me metí entre ellas para saludarlas y entregarles volantes que recibieron gustosas. Transcurridos escasos dos minutos, un hombre alto y fuerte que marchaba a un lado me pidió con voz firme que me retirara, argumentando que la marcha era apartidista. Obedecí sin resistencia y continué mi recorrido.

El desencuentro fue menor y duró unos pocos segundos, pero me mostró lo que los medios de comunicación son capaces de hacer con tal de tener “la nota”. Tras este incidente, casi de inmediato se acercaron a mí dos chicas transgénero ataviadas con entallados vestidos y portando un micrófono con el cual hacían entrevistas para ser transmitidas por Internet. Me preguntaron qué haría yo desde el Senado a favor de la población LGBT y de los grupos vulnerables en general. Respondí sin titubeos que velaría porque se haga efectiva la igualdad de derechos, ya que no es posible que una parte importante de la población no pueda ejercerlos a plenitud por tener una preferencia sexual diversa. Las chicas se mostraron complacidas por la respuesta y me felicitaron, mostrándome su apoyo.

Durante ese recorrido de dos horas por la Plaza Morelos pude platicar con decenas de personas de todas las edades y condiciones sociales. Bailé al son de la música —batallo para no hacerlo cuando hay una buena oportunidad—, así como en cuclillas canté alabanzas a Jesús junto a un acordeonista cristiano y ciego que estaba sentado en la banqueta.

Había reporteros. Milenio dedicó una pequeña nota con fotografía del evento destacando mis declaraciones en el sentido de que las elecciones de 2012 serían la última oportunidad para un cambio de fondo para el país. En cambio, El Norte, en la nota sobre mi recorrido, sólo mencionó el desencuentro con el organizador de la marcha lésbica, lo que fue reforzado con una fotografía de buen tamaño del momento justo en el que me pedía retirarme. Extraña imagen que daba la falsa impresión de que se trató de una confrontación entre el organizador de la marcha y yo. El intercambio de palabras fue rápido, claro, y mi respuesta amable y educada. De inmediato acepté la indicación que se me hizo, pedí disculpas y me retiré sin protestar. De hecho, tiempo después esa persona que se identificó como Mario Rodríguez Platas me escribió vía Facebook para manifestarme que aunque él es militante del PRI, respetaba mi candidatura ciudadana y se había dado cuenta de mi calidad como persona; un gesto que valoré en mucho, ya que endulzó ese ligero sabor amargo que me quedó con la distorsión informativa.

Tras este inesperado hecho, dentro de mi equipo se discutió qué actitud tomar. Mientras algunos proponían una reunión pública con las organizaciones LGBT, otros opinaban que no podíamos arriesgarnos a que yo me ganara el repudio de la gente homofóbica de Nuevo León. Yo argumentaba que para mí lo valioso y diferente de mi candidatura era que mostraría mi ideología sin hacer cálculos políticos para obtener o perder votos. Si estoy convencida de que la población LGBT debe tener los mismos derechos que los heterosexuales, ¿por qué debía esconderlo?

Resolví no escuchar los llamados a la “prudencia”, no tener cálculo político, así que me reuní en dos ocasiones más con grupos ciudadanos de la población LGBT. Nunca sabré si gané votos con mi apertura o si los perdí, pero sé que fui la única candidata al Senado que se reunió con esta comunidad. Transparente y fiel a mis convicciones.

Esta comunidad acostumbrada a la exclusión y a la falsedad de los políticos tradicionales me sigue mostrando aún hoy su cariño, y por lo mismo mi vida es un espacio más amplio. En estas vidas el sufrimiento y el gozo se interconectan a niveles muy profundos, por lo que tengo mucho que aprender de ellos y de mí misma, ya que considero que todos somos espejos. Es en el otro donde descubrimos la imagen de nuestro ser esencial.

Gracias a las gestiones de Ninfa Rodríguez pude asistir a una reunión convocada por la organización Explora T, presidida por el psicólogo Mario González Martínez. Fue una reunión privada sin medios de comunicación en la que estuvieron presentes además de la organización convocante, representantes de los grupos Género, Ética y Salud Sexual (GUESS); el colectivo lésbico Las Juanas y miembros de la Iglesia de la Comunidad Metropolitana.

Me sentí muy bien recibida y totalmente cómoda de modo que me explayé sobre mi percepción de la problemática de estas minorías. Insistí en la necesidad de que la izquierda impulse leyes y programas para todos estos grupos y para quienes viven con VIH/SIDA. Me comprometí a mantener una constante comunicación con ellos en caso de llegar al Senado, y a presionar para que por lo menos se analicen las demandas puntuales referidas a lo que ellos llaman “matrimonio universal” o “matrimonio igualitario”, y la ciudadanía total para personas transgénero. Para mí no es concebible que existan ciudadanos de primera y de segunda en base a algo tan privado como la sexualidad.

Al llegar a la ronda de preguntas, algunos me increparon sobre el poco conocimiento que —según su parecer—, tenía yo de su problemática, y la falta de experiencia directa en torno a su sufrimiento. Les narré cómo a raíz de haber convivido con personas cercanas a mí que habían sufrido rechazo social y desencuentros familiares a causa de su preferencia sexual, me había sensibilizado y había entendido lo crueles que son las actitudes homofóbicas y el daño tan grande que hacen, tanto al homofóbico como a la víctima. Como de costumbre, hablé con total apertura y fue evidente el viraje hacia la confianza en quienes me cuestionaron. Salí rodeada de genuina aceptación.

Fui la más sorprendida al enterarme, o más bien al recordar por voz de mis anfitriones, que para la fundación de la organización Explora T doné una escultura en forma de unicornio que seguramente tenía algún valor, pues de su venta sacaron dinero para iniciar la remodelación del local en el que llevan a cabo su trabajo comunitario. Me enteraría después que también en este tema seguía los pasos de mi madre.

ACODEMIS

En una reunión con MORENAJE, un joven llamado Edgar Sierra me escuchó manifestarme por la igualdad plena de derechos de la población LGBT, así que cuando Abel Quiroga, quien encabeza la organización Acción Colectiva por los Derechos de las Minorías Sexuales, A.C. (ACODEMIS) le propuso hacer una reunión de candidatos que entendieran la problemática de dichas minorías, él no dudó en invitarme para tratar el tema al lado de David Martínez, candidato a diputado local por el PT.

Compartí la mesa del presídium con David y el propio Edgar Sierra, quienes también hicieron uso de la palabra. Admiré la magnífica preparación de David —cursa un doctorado—, y su capacidad para formular propuestas legislativas específicas para esta población. De igual modo que con Explora T, mis palabras, a diferencia de la académica y puntual exposición de David, estuvieron motivadas por mi empatía con el dolor, por mi indignación hacia la injusticia que representa la discriminación y la exclusión social.

Personas del público me plantearon sus problemas y me compartieron parte de la terrible realidad con la que tienen que lidiar a diario. Me conmovió de manera especial el testimonio de una mujer cuyo esposo murió por complicaciones relacionadas con el VIH/SIDA, dejándola infectada y con tres hijos a quienes sacar adelante, enfrentando una gigantesca batalla para lograr que alguien le dé trabajo por su condición. Un ser humano en el que se sintetizan todas las marginaciones posibles.

El solo hecho de ser mujer es ya motivo de marginación, y si además se trata de una mujer sin recursos, se sufre doble. En este caso había que añadir que está infectada de un virus que conlleva estigma social, con la añadida responsabilidad de sacar adelante a sus hijos.

Marginación total.

Coraje e impotencia también sentí al enterarme que Rodrigo Medina —como candidato en 2009 y ya como gobernador de Nuevo León en 2010—, prometió a los grupos que trabajan el tema del VIH/SIDA abrir cinco nuevos hospitales especializados, o CAPASITS (Centros Ambulatorios de Prevención y Atención del Sida e Infecciones de Transmisión Sexual), pero no cumplió.

Si bien se construyó uno de esos centros en la colonia Industrial, éste opera de manera deficiente, sin equipamiento adecuado y con áreas destinadas a fines distintos para los que fue creado. El colmo del cinismo gubernamental se dio en octubre de 2012 cuando Genaro Martínez, titular del Consejo Estatal para la Prevención y el Control del sida (COESIDA) quiso disculpar a su jefe, el gobernador, al decir que cuando Medina hizo esas promesas “no tenía los datos” para saber que esos CAPASITS no podrían ser construidos. Una vez más eran burladas las necesidades de la población vulnerable y se ratificaba el poco valor que los políticos dan a su propia palabra.

Sentí que como candidata y como ciudadana consciente, debía hacer una aportación concreta a esa población tan marginada, y me comprometí —además de llevar sus reclamos al Senado de resultar electa y más allá de los resultados electorales— a apoyarlos para la realización de un libro sobre su situación, pues considero que la información y la divulgación son indispensables para que la sociedad pueda sensibilizarse.

Nuestro anfitrión Abel Quiroga platicó frente a los asistentes que él participó a principios de los 90 en la fundación del colectivo Abrazo, A.C., dedicado al apoyo a personas con VIH/SIDA, organización a la que mi madre dio apoyo para pagar la renta del primer local en que realizaron su valerosa labor, en una época en que privaban más que hoy en día los prejuicios oscurantistas.

La reunión con ACODEMIS, a diferencia de la que viví con Explora T, sí repercutió en la prensa. Milenio llamó la atención sobre los aplausos que me dispensaron los asistentes y el hecho de que me comprometí a pelear por una cobertura de atención médica puntual y de calidad para quienes requieren de medicamentos antirretrovirales. El reportero apuntó que aunque el evento estaba contemplado para durar media hora, se alargó a dos horas y media.

Entre el público que me escuchó se encontraba la periodista y escritora Elia Martínez Rodarte, quien publicó en su columna Ivaginaria del periódico Metro, una crónica elogiosa de la reunión, en la que aventuró que mi presencia junto a David Martínez en ACODEMIS podría significar una aproximación “a una forma distinta de diálogo sobre los temas ‘álgidos’ y que no tratan otros aspirantes… con un ánimo de frescura y de mucha apertura”. Sobre mi participación, Rodarte comentó:

Cristina Sada Salinas abordó a la concurrencia con un entusiasmo inusitado, y sobre todo conocí a una mujer que busca un puesto de elección popular con una actitud de convencimiento; no como las señoras acartonadas que repiten como merolico lo que sus asesores les dicen y no entienden.

Ella es articulada en sus sentimientos, en sus propuestas, y creo que lo que más la puede acercar a la gente, es su enorme capacidad empática con el ser humano. Creo que es la primera vez que conozco a un candidat@ (sic) que expresa sus sentimientos solidarios, y le creo; que dice que conoce de situaciones reales y humanas que también le han impactado, y suenan reales; y ante todo se le oye congruente cuando dice que va a trabajar por cambiar una sociedad inhumana que no quiere ver las necesidades del otro.

Ojalá hubiese más medios de comunicación y más periodistas con capacidad para descubrir las verdaderas intenciones de los políticos.

Me adentré en un lugar al que casi ningún candidato osaría acercarse por temores de desprestigiarse o “mancharse”. Yo les preguntaría: ¿y tú de qué te escandalizas?, ¿a ti qué te importa?, ¿estás listo para tirar la primera piedra?

En cambio, los miembros de estos grupos cuentan con su voluntad de lucha, orgullo y fortaleza ante la adversidad, y son un ejemplo de organización ciudadana. Todo un modelo a seguir.

Ellos, como cualquiera de nosotros, lidian con sus propios demonios, pero lo admirable es que no se han dado por vencidos ante la constante marginación y discriminación social, y en medio de estas condiciones adversas se han unido alimentándose de amor y apoyo mutuo.

-Más información sobre "Perfume y pólvora", en:

http://www.cristinasada.com/libro/

Imagen de cristinasc
Cristina Sada Salinas
Regiomontana, apasionada por la comunicación, en la busqueda de construir opciones de participación ciudadana, para hacer frente a la corrupción del poder político y económico de México.

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