Desde el norte mexicano. Nuestra geografía del dolor

 06/20/2016 - 18:57

A veces los habitantes del norte de México parecemos creer que vivimos en un país distinto al de nuestros compatriotas del centro y sur del territorio nacional. Lo que pasa en Yucatán, Oaxaca, Chiapas o Guerrero, por ejemplo, nos parece ajeno, lejano, que no es de nuestra incumbencia y no nos afecta. Muchos regiomontanos sabemos más nombres de ciudades de Texas que de cualquiera de los estados mexicanos.

En los últimos años, sin embargo, nuestra indiferencia norteña ha tenido que dar paso a un aprendizaje inesperado de la geografía nacional, pues hemos agregado a nuestro vocabulario nombres de lugares que hasta hace poco nos eran desconocidos o poco familiares, pero que ya no olvidaremos jamás porque en ellos la violencia y la muerte han marcado un antes y un después para el país entero; ese país al que pertenecemos, con esos muertos, heridos y desaparecidos que son nuestros compatriotas, nuestros hermanos, con quienes compartimos un destino común.

Tlatlaya, Ayotzinapa, Iguala, Atenco, Acteal, son ahora como heridas que no cierran y que producen un dolor que a todos nos abarca y nos une. Esos nombres que a veces batallamos incluso para pronunciar, han dejado de estar lejos en nuestra geografía mental, espiritual, humana, pues representan una única realidad compartida por todas y todos en México: el fracaso de un sistema político corrupto y fallido al servicio del sistema económico neoliberal depredador internacional, el cual está imponiendo desde hace más de 30 años su agenda de “reformas estructurales” a través de la represión y la muerte, sin dejar espacio para el convencimiento y la negociación.

Ayer domingo 19 de junio de 2016, mientras en gran parte del país celebrábamos el Día del Padre, otros nombres se agregaron a esta geografía de la infamia: Asunción Nochixtlán y San Pablo Huitzo, poblaciones de Oaxaca que se tiñeron de sangre en un choque entre manifestantes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y policías federales y estatales, que dejó como saldo seis personas muertas y más de cien heridas (liga). (La CNTE asegura que son 8 los muertos y que hay además 22 desaparecidos: nota)

Ignoramos lo que realmente pasó ahí, pues mientras la CNTE afirma que toda la responsabilidad es de las autoridades (ver), el gobierno señala la participación de grupos armados ajenos al magisterio, los cuales habrían disparado contra los uniformados. Lo que sí sabemos es que durante todo el día, los comunicados oficiales negaban que los policías hubieran disparado o que incluso portaran armas de fuego, mas el mismo gobierno terminó por aceptarlo ante las pruebas irrefutables que los medios de comunicación publicaron en redes sociales.

Nochixtlán y Huitzo se unen así a nuestra geografía nacional del dolor y lo ahí ocurrido ayer nos manda el mensaje de que el gobierno de Enrique Peña Nieto no está dispuesto a negociar con las y los maestros su “reforma educativa”, como no estuvo dispuesto a escuchar las voces que alertaron de lo nefasta que sería la reforma energética. Peña nos deja en claro que no le interesa el diálogo, sino la imposición.

Más allá del contenido de la reforma “educativa” en sí, o de si estamos o no de acuerdo con las formas de lucha de las y los maestros (en lo personal no creo que los bloqueos carreteros sean efectivos para ganar apoyo popular), lo que debemos exigir al gobierno de Peña Nieto es que busque maneras civilizadas y pacíficas de llegar a acuerdos, como se lo está exigiendo la comunidad artística de Oaxaca, encabezada por el pintor Francisco Toledo mediante una petición en change.org (liga), o incluso un intelectual defensor del régimen neoliberal como Enrique Krauze, quien lanzó un llamado en el que afirma que “El Estado mexicano no debe usar las armas para enfrentar manifestaciones. En ninguna circunstancia, en ningún tiempo, en ningún lugar...Debe convencer, persuadir, razonar. Y cuando parezca imposible, intentarlo una vez más” (comunicado).

Desde el norte de México debemos unirnos mediante las redes sociales y los espacios de opinión que ofrecen los medios de comunicación tradicionales, a esta exigencia de diálogo, pues sólo mediante la negociación evitaremos sumarnos a la geografía de la muerte y la imposición antidemocrática.

Esto cobra especial relevancia para Nuevo León pues el pasado viernes ya se dio un primer enfrentamiento entre miembros de la CNTE y policías de Fuerza Civil, que por fortuna no pasó a mayores, pero que fue seguido por declaraciones del gobernador Jaime Rodríguez Calderón, en las que advirtió que no permitirá que los maestros bloqueen calles (nota).

Nunca es demasiado tarde para encontrar los caminos de la paz. El magisterio debe buscar formas pacíficas y legales de hacer valer sus reclamos. Los gobiernos de los tres niveles están obligados a abrir canales de diálogo.

 

Cristina Sada Salinas

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Cristina Sada Salinas
Regiomontana, apasionada por la comunicación, en la busqueda de construir opciones de participación ciudadana, para hacer frente a la corrupción del poder político y económico de México.

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