El miedo a la unidad

 04/27/2015 - 01:22

Queridos amigos:

 

Les comparto este domingo un fragmento de una carta que me envió mi amigo, el escritor Jorge Vecellio.

 

Considero que lo que dice es material de alto nivel espiritual, digno de meditarse.

 

Creo que si mis circunstancias fueran las mismas que las de cualquiera de los políticos corruptos y tuviera la misma educación que recibieron los hoy gobernadores, líderes sindicales, legisladores, jueces o al mismo presidente Enrique Peña Nieto, haría exactamente lo mismo que ellos. Actuaría con la misma inconsciencia. ¿Ustedes no?

 

Todos somos hermanos, y si estamos en la lucha contra el sistema, no es porque seamos "mejores", sino simplemente porque tenemos la conciencia de que el despojo al erario, los cambios a la constitución, la impunidad, los crímenes de lesa humanidad, nos están llevando a la peor catástrofe para la nación. Como dice Don Raul Vera: ya no se trata sólo de una guerra para apoderarse de nuestros recursos naturales, sino de una guerra de eliminación de seres humanos que simplemente estorban al sistema neoliberal.

 

Por ello la crueldad de desaparecer a los normalistas de Ayotzinapa, su muy posible asesinato.

 

Ellos, los políticos, están igual o más necesitados espiritualmente hablando que nosotros. No llenan con un reloj de extremo lujo, necesitan tres docenas; no llenan con un avión presidencial, quieren tener el mejor del mundo, el más caro.

 

Entiendo que esta reflexión sea muy controversial, pero aún así la comparto.

 

Al menos para mí, que me dedico a este trabajo de tratar de hacer una crítica responsible de lo que me rodea, sí es importante recordarlo.

 

Incluso sabiendo que los políticos y sus cómplices con sus ruines actos han agredido a muchos seres humanos quitándoles sus tierras, sus derechos humanos y hasta su vida, aún así, mientras denuncio, quiero al mismo tiempo recordar que ellos también necesitan de salvación espiritual.

 

¿Cómo denunciar sin condenar?

 

Es una muy buena pregunta para mí.

 

Invito a mis amigos lectores, espiritualmente más avanzados que yo, a que me ayuden con la respuesta.

 

Un abrazo,

 

Cristina Sada Salinas.

 

El miedo a la unidad

 

La premisa es que no existe fuerza más determinante y sanadora que el amor. Dios es amor porque amar es conocer y honrar a Dios. Solo el amor salva. All you need is love. Comprender y aceptar a nuestros semejantes (a todos ellos, sobre todos a quienes menos simpatía nos inspiran) como si de nosotros mismos se tratara, porque ciertamente no hay diferencia entre unos y otros. Al amar a tu prójimo amas a Dios y eres Dios. Al dejar de juzgar a los demás eres libre de tu propio juicio. Al ayudar a tu hermano, te ayudas; al condenarlo, te condenas. ¿Acaso existe una fórmula de reciprocidad más exacta?

 

El problema, o la duda, aparece cuando hemos de aceptar que también EPN es nuestro hermano, y que toda la caterva de delincuentes, traficantes de drogas, armas y mujeres, que todos los “desalmados” tienen nuestro mismo valor dentro de la Filiación universal. ¿Cómo amarlos y comprenderlos, cómo sentir compasión y empatía por ellos; cómo aceptarlos?

 

La estrategia del ego es divide y reinarás. Nos hace creer que somos entes aislados y vulnerables, que necesitamos de su caparazón protectora para defendernos de otros egos que pretenden su felicidad a costa de la nuestra. Nuestro ego nos dice: no somos iguales, no estamos hechos de lo mismo, no podemos ser hijos del mismo padre. Pero lo curioso es que a todos nos repite lo mismo, exactamente la misma frase y consejo para todos, con lo cual nos demuestra la falsedad de la división que pretende.

 

El ego cree que al ser compasivo y generoso se está despojando de algo que le pertenece y sin lo cual no puede vivir; porque su morada está construida sobre la base de la escasez. Así como el materialismo es el culto a la materia, el egoísmo es el culto al ego: una superstición que nos mantiene aislados y temerosos, y que no nos permite reconocer nuestra naturaleza divina.

 

Se trata entonces de llevar a la práctica todo aquello que la teoría ha tratado de inculcarnos y que hemos desoído para preservar la falsa imagen que creamos de nosotros mismos.

 

***

 

La competencia proviene de allí. Competimos por ser menos malos, de manera que podamos identificarnos con lo bueno de la vida. Emprendemos proyectos que nos hagan mejores personas. Pintamos nuestra raya. Pretendemos la veneración de los elegidos. Observamos a los pobres y despojados con lástima, con superioridad. Nos consideramos privilegiados por no estar en su posición. Y así es como perpetuamos su sufrimiento, que es también el nuestro. Pero solo lo que es útil para la colmena lo es para la abeja. La única manera de encontrar el bien propio es buscar el bien común; aceptar las debilidades ajenas como si fueran propias, porque de hecho lo son.

 

Claro que es más fácil aceptarnos como si fuéramos diferentes al resto, pero no es ese el camino que lleva a la verdad ni a la paz. Claro que es difícil de aceptar que el origen de una guerra en Medio Oriente obedece a un pensamiento violento de nuestra parte, puesto que nosotros, los buenos, solo nos enfrentamos a los malos. Pero, ¿es realmente así? ¿No es acaso un reflejo de nuestro miedo a la unidad que nos merecemos como hijos del mismo padre?

Imagen de cristinasc
Cristina Sada Salinas
Regiomontana, apasionada por la comunicación, en la busqueda de construir opciones de participación ciudadana, para hacer frente a la corrupción del poder político y económico de México.

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