Huérfanos, diversidad sexual y religión. Aportes a la discusión

 06/11/2016 - 14:49

El que Enrique Peña Nieto haya propuesto recientemente reformar la constitución para reconocer a parejas del mismo sexo el derecho al matrimonio y la adopción de niños, ha causado una gran controversia. En realidad lo que Peña hizo no fue ninguna “concesión” desinteresada hacia la población LGBT, sino que simplemente cumplió con la obligación que tiene de acatar previas resoluciones de la Suprema Corte de Justicia de la Nación conseguidas por una larga y sufrida batalla ciudadana de las llamadas “minorías sexuales”, como oportunamente lo explicó el periodista Jenaro Villamil (liga).

Muchas y muchos, sin embargo, hemos celebrado este acto de Peña Nieto, pues consideramos que es un paso importante hacia el reconocimiento pleno de derechos de este sector de la población que por tanto tiempo ha sido despreciado, marginado y perseguido.

El día de ayer, me dio gusto encontrar que en Facebook este tema fue tratado por mi hermano, el Ing. Jaime G. Sada Salinas (liga), quien responde a un muy polémico texto publicado en días pasados por Javier Livas-Cantú, en el que se condena la iniciativa de Peña y se niega que las parejas no heterosexuales tengan los mismos derechos que el resto de la población. Mi hermano también hace referencia a una columna de Josefina Leroux, afamada psicóloga regiomontana especializada en sexualidad, quien a su vez presenta contundentes argumentos opuestos a los de Livas.

Presento a continuación los tres textos para que, quienes tengan interés en este tema, se puedan dar el tiempo de leerlos y recoger información muy útil.

Desde mi punto de vista, uno de los mayores problemas al abordar los derechos ya adquiridos por la comunidad LGBT, es que una buena parte de la población, al hacer juicios y condenas, no basa su criterio en evidencias científicas, y mucho menos muestra actitudes de respeto o empatía, sino que simplemente sigue los lineamientos de sus arraigados prejuicios, de las costumbres heredadas, y se erige con gran soberbia en juez, pues se consideran superiores moralmente por no tener esas “desviadas inclinaciones”, guiados y azuzados por la retrógrada jerarquía de la iglesia católica mexicana.

En estos días la iglesia está fomentando la discriminación hacia las personas no heterosexuales al hacer un llamado a desconocer sus derechos básicos. Afirmo esto porque más allá de las declaraciones públicas de arzobispos, obispos y sacerdotes, existe un documento en el que un obispo amigo nuestro insta a todos los sacerdotes y fieles a unirse a protestar y a actuar en contra la iniciativa de Peña Nieto (liga).

Me pregunto: ¿Cuándo se han interesado los jerarcas católicos por las fosas comunes que como plaga se extienden a lo largo y ancho de México, por las violaciones de niños a manos sus mismos ministros, por la violencia del Estado contra la población, por los ejecutados de Tlatlaya o la desaparición de los 43 de Ayotzinapa; por citar sólo unos cuantos ejemplos? Las excepciones representadas por el obispo Raúl Vera en Saltillo, nuestro querido Padre Chema en Nuevo León, o el padre Raúl Lugo en Yucatán (quien desde hace décadas ha mostrado abiertamente su apoyo a la población LGBT: liga), son eso, excepciones que confirman la regla de una institución religiosa excluyente, discriminatoria, prejuiciosa, y por lo mismo, muy poco cristiana. Lo que observo es hipocresía, moralismo hueco y flojera intelectual que permea desde la iglesia a muchos sectores de la sociedad.

Los jerarcas católicos no podrán hacer que las leyes den marcha atrás, pero lo que sí están logrando es motivar y aumentar los prejuicios entre sus feligreses. Precisamente en estos tiempos, en los que por fin la comunidad LGBT avanza en el reconocimiento de sus derechos ciudadanos dentro de un Estado laico, esta comunidad es objeto de mayores crímenes de odio y violencia de todo tipo, por parte de quienes, escudados en sus cruces y escapularios, los señalan con dedo de fuego, como se detalla en esta nota de La Jornada: ver. La incitaciones al odio racial de Donald Trump no difieren en nada de este llamado a la intolerancia y la condena de la estructura eclesial.

Pareciera que aun no salimos de la Edad Media.

La misma iglesia mexicana, que se indigna por la iniciativa peñista y señala que jamás casará a parejas del mismo sexo —muy su derecho—, al mismo tiempo no sólo permite sino que alienta y multiplica los abusos sexuales contra las niñas y los niños. El valiente Padre Alejando Solalinde (otra excepción a la regla) señaló en días pasados que “Quienes más fustigan el matrimonio gay son encubridores de pederastas” (liga), en referencia a que estos crímenes siguen sucediendo, con la obvia complicidad de la institución eclesial.

Eso sí que es dañar y destruir a los niños, y no veo a una sociedad indignada protestando contra esa complicidad y contra las prácticas de los obispos y arzobispos de sólo cambiar a los sacerdotes pederastas de una iglesia a otra para que sigan violentando a inocentes, a pesar de que el Vaticano ha cambiado sus reglamentos hacia la “cero tolerancia” contra los pederastas y sus encubridores. La norma no se ha traducido en acciones concretas, al menos en México, y los sacerdotes abusadores siguen gozando de impunidad y protección de su institución.

Es justo decir que aunque existe esa minoría de sacerdotes a la que me he referido, quienes efectivamente se interesan en temas como el medio ambiente, los migrantes y la defensa de los derechos humanos, no conozco más que a un puñado que se han atrevido a denunciar a un sacerdote pederasta, obteniendo como única respuesta que su Arzobispo los persiga y criminaliza. Me refiero a un caso muy público y documentado en Oaxaca (liga).

Evitemos que los prejuicios, sean religiosos o con pretensiones de “científicos”, nos cierren la mente y el corazón a la empatía y el amor hacia nuestros semejantes, quienes no dejan de serlo por tener una orientación sexual, política o ideológica distina a la nuestra.

El sufrimiento de la comunidad LGBT no tiene su origen en la “condición” de tener una sexualidad diversa; ese origen, estoy convencida, no es otro que el rechazo de la mayoría de quienes somos heteroxesuales.

Espero que estos textos que aquí comparto nos sirvan a todos para caminar hacia una mejor comprensión de este tema, aunque no pretendo convencer a nadie cuya postura sea discriminatoria.

Sólo pretendo con esta aportación ofrecer mayores elementos de juicio para quienes tengan una disposición abierta y honesta sobre esta polémica.

 

Cristina Sada Salinas

 

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Respuesta de Jaime Sada a Javier Livas y texto de Josefina Leroux

 

Hace como una o dos semanas, el Lic Javier Livas-Cantú, a quien aprecio mucho por todas sus grandes cualidades y muy buenas intenciones, escribió una columna en el Periódico El Norte sobre su repudio a que la ley permita la adopción de niños huérfanos por parejas homosexuales.

Nos ofreció sus razones. Muchas personas amigos o conocidos míos lo apoyaron. Yo expresé mis dudas, debido a experiencias de conocidos míos, y hasta no escuchar las opiniones de los expertos (mencionando a Josefina Leroux y a directores de orfelinatos) y datos concretos.

Me preguntaba si habría una cola larga de espera de padres queriendo adoptar niños o si habría una cola muy larga de niños esperando padres adoptivos (heterosexuales) y razonando que si acaso esas parejas "anti-naturales" eran menos deseables como padres que las heterosexuales, tal vez, el darles un hogar de amor incondicional a esos niños sería preferible a que se quedaran en el orfelinato o en la calle.

Algunos me tildaron de "falta de sentido común", porque la lógica nos dice que esas parejas no son naturales.

Pues bien. Me puse a investigar y por lo pronto me encontré con que se calcula que en México existen unos 1.5 millones de niños huérfanos (esperando que los adopten) y no al revés. Buscando en la red documentos al respecto me encontré con muchos diferentes estudios que señalaban que esas parejas "raras" no son ni más buenas ni más malas que las tradicionales.

Vaya sorpresa ¡Ahora me encuentro con que la afamada psicóloga Josefina Leroux se ha pronunciado al respecto!.

 

Columna de Josefina Leroux:

 

Esposos y padres homosexuales

Josefina Leroux

 

09 Jun. 2016 / El Norte

 

"Inoportuno", dijo el Arzobispo local Rogelio Cabrera.

En medio de una discusión sobre las leyes anticorrupción, desapariciones forzadas, fosas clandestinas, videos de torturas de policías y soldados, críticas en periódicos extranjeros sobre la escasa importancia que tienen los derechos humanos en México, el Presidente nos sorprende con un decreto de matrimonio igualitario y el derecho de adopción después de cuatro décadas de que la ciencia descartó la enfermedad mental en la orientación homosexual.

Se sabe ya que ésta es una expresión de la diversidad sexual también manifiesta en la especie animal.

Los partidos políticos mayoritarios han dicho que el tema debe discutirse más. Influye en ellos la opinión de la jerarquía de la Iglesia: "No casaremos a los gays", dijo el Arzobispo Cabrera.

Pero lo que más les preocupa es la adopción. "El dotar a parejas homoparentales del derecho a la adopción no garantiza la armonía espiritual y moral de los niños", declaró el mismo Arzobispo a EL NORTE. Pero se sabe que tampoco la garantizan los padres heterosexuales.

¿Conoce a alguna persona homosexual? Hago terapia hace 30 años con muchas de éstas y son iguales al resto de la gente, la diferencia está en su elección de pareja y la discriminación que sufren de su familia y de la sociedad, no obstante hayan nacido en familias tradicionales y descubrieran su orientación homosexual involuntariamente.

Las personas que conocen a hombres o mujeres con orientación homosexual saben que son tan maduras o inmaduras como las heterosexuales.

La familia ha evolucionado y lo seguirá haciendo. Las familias al principio, según el antropólogo Lewis H. Morgan, eran de varios hombres y mujeres, incestuosas, sin compromiso de fidelidad.

Hace poco más de medio siglo todavía era mal visto el placer entre los cónyuges. La Iglesia pedía que se respetara que el matrimonio sólo fuera para la reproducción, si los maridos querían desahogar su lujuria (así le llamaban a la pasión) tenían que hacerlo con una prostituta, pues la esposa no debía disfrutar su erotismo, según los mandatos de la Iglesia católica.

Los defensores de la familia tradicional acusan a los que apoyan matrimonios igualitarios de querer dar fin a este tipo de familia, aunque quienes los apoyan nada tengan en su contra.

La evolución preservará a lo más útil a la especie humana y no cabe duda que la relación monogámica entre hombre y mujer lo es, pero que sea la única opción es otra cosa. La biodiversidad aumenta la sustentabilidad ecológica.

Existen investigaciones sobre los efectos psicológicos de crecer en un hogar homoparental.

"El desarrollo psicosocial de los niños adoptados y criados en familias homoparentales adquiere niveles cognitivos, de habilidades y competencias sociales, de relación con otros chicos y personas adultas y de identidad sexual, que son totalmente equiparables con los de los niños que se educan y desarrollan en familias de corte heterosexual convencional", afirma José Luis Pedreira, presidente de la sección de psiquiatría infantil de la Asociación Española de Pediatría, apoyado en investigaciones en diferentes países.

"Ésta es la evidencia científica basada en pruebas; lo demás son creencias".

La Academia Americana de Pediatría reconoce que "un considerable cuerpo de literatura profesional proporciona evidencia de que los hijos de padres homosexuales pueden tener las mismas condiciones favorables y las mismas expectativas de salud, adaptación y desarrollo que los hijos de padres heterosexuales". El mayor problema es la homofobia.

A lo largo de la historia, los niños han mostrado cómo se han adaptado a todas las condiciones humanas por las que ha atravesado su evolución.

Los opositores de los matrimonios igualitarios siguen pensando que las personas homosexuales son perversas, enfermas mentalmente. Las hay como entre los padres heterosexuales que abusan de sus hijas.

Por eso en los centros de adopción hacen estudios exhaustivos de la personalidad de los y las adoptantes, para encontrar a los mejores padres para estos niños, ahora en independencia de su orientación sexual.

 

josefina.leroux@gmail.com

 

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Salida del clóset

Javier Livas

 

 

28 May. 2016 / El Norte

Controversial es poco. Enrique Peña Nieto ha presentado una iniciativa constitucional apartada del sentimiento nacional y francamente carente de racionalidad legislativa.

El tema: extender los derechos de los llamados "gays" a territorios que no les corresponden.

Propone incorporar a la Constitución el matrimonio y la adopción de niños como derechos humanos de los homosexuales. Ya encarrerado, propone que los niños reciban una educación en la que se les ofrezca un menú acerca de qué identidad quieren adoptar. Naciste varoncito, ¿pero no te gustaría mejor ser niña?

¿De qué sombrero farandulero sacan la idea de que los niños tienen el derecho a escoger su género?

De ser un país machista estaríamos yéndonos al otro extremo de los extremos. Las estrategias extremistas no sólo piden respeto. Su meta es lograr que el Gobierno les ayude a multiplicarse rápidamente.

Desde el punto de vista legislativo, esta iniciativa es descabellada. Se supone que la ley es el mínimo moral de una sociedad. Se expiden para asegurar la protección de ciertos valores aceptados por la generalidad. Es correcto que proteja los derechos de las minorías, pero aquí se plantea lo opuesto: que una minúscula minoría imponga su criterios particulares a una gran mayoría.

Al afirmar que sólo está formalizando lo que la Corte ya decidió, el Presidente pone la carreta delante de los bueyes. La Corte interpreta, no legisla.

Curioso que tomen referencia las exigencias de unos cuantos cuando es fecha que los derechos políticos siguen ninguneados.

Antes de escribir esto un amigo me habló de que en un mundo futuro la ciencia producirá hijos biológicos de dos hombres o de dos mujeres. Rebotamos argumentos y hubo uno que nunca pudo rebatirme. Es el siguiente:

Los niños son como de plastilina. Sus cerebros pueden moldearse fácilmente. Si un niño convive con padres homosexuales, le pregunté, ¿aumenta la probabilidad de que se torne homosexual? Si la respuesta es que sí, entonces ésta es una forma de violentar la vocación natural del niño.

Me doy cuenta de que es un tema muy difícil y que las discusiones al respecto degeneran rápidamente hacia los insultos o descalificaciones personales.

Si yo afirmo: usar la palabra "matrimonio" provoca confusión porque el Código Civil ya la define como unión de personas de distinto sexo, no obtengo un contraargumento, sino una descalificación en lo personal.

Si afirmo que el derecho a la adopción es un derecho de los niños, no de la pareja que los va a adoptar, me contestan cosas como "es lo que piensas porque no sabes lo que se siente ser discriminado".

No dudo que haya quienes piensen que en esta materia no se requiere pensar con lógica, sino que se ganan argumentos con pura pasión.

En este terreno, hay que reconocer que la comunidad lésbico-gay hace mucho más que otros grupos también oprimidos o incomprendidos socialmente.

El problema es entonces, ¿cómo calibrar las leyes para que sean justas y no provoquen efectos secundarios indeseados?

Un criterio muy válido para resolver los planteamientos encontrados en este tema es minimizar el sufrimiento humano. No creo que corresponda al Gobierno crear un ambiente que se propicie que millones de niños tengan dudas sobre su identidad. ¿Para qué provocar en la escuela un problema donde no lo existe?

Producir niños de laboratorio nunca podrá ser normal. Millones de años de evolución del ADN lo hacen casi imposible. Descartar los valores religiosos tampoco será fácil. Están validados por un proceso de prueba y error que tomó milenios en desarrollarse.

Estamos preprogramados genéticamente para ser más felices, y mejores personas teniendo un padre y una madre que eduquen y apoyen y sean amorosos.

La existencia de feromonas, las ataduras biológicas invisibles, lo confirman. Hagan experimentos con otra cosa, sin torcer la naturaleza.

 

javierlivas@prodigy.net.mx

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Cristina Sada Salinas
Regiomontana, apasionada por la comunicación, en la busqueda de construir opciones de participación ciudadana, para hacer frente a la corrupción del poder político y económico de México.

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