La Dictadura democrática

 02/15/2015 - 20:03

Estimadas amigas y amigos:

 

Me compartieron este escrito del blog de Federico Sáenz Negrete, luchador social de La Laguna (liga), el cual me parece excelente por desmenuzar la manera en la que en todos los estratos socioeconómicos la participación ciudadana ha estado ausente por diferentes motivos. Esta reflexión nos invita a pensar cómo sí podríamos participar, a pesar de las dificultades. Ojalá tengan tiempo de leerlo en este tranquilo domingo.

 

Saludos,

Cristina Sada Salinas

 

La Dictadura democrática

 

 

Una democracia que evita poner al ciudadano al centro del debate, que le niega su lugar como eje indispensable del ejercicio del poder público, es una dictadura. Aún desplegando un sofisticado aparato electoral, a pesar de permitir una aparente y truculenta libertad de expresión, no es más que una tiranía con traje democrático.

 

Ahora entiendo por qué tenemos la situación actual.

 

Gobernantes que imponen ideologías atropellando la idiosincrasia de la mayoría, funcionarios que dilapidan el patrimonio de la Nación, partidos que buscan representar al ciudadano pero le cierran la puerta para decidir entre iluminados, candidatos que despliegan enormes recursos de misterioso origen y una apatía ciudadana generalizada debido a toneladas de propaganda, subsidios y advertencias muy convincentes.

 

Una ciudadanía que ha sido absorbida. Los estratos más humildes del escalafón socio económico, los más desfavorecidos por la vida, aquellos que son esclavizados a base de bultos de cemento, tinacos Rotoplás y tarjetas de monedero, ignoran que la solidaridad social es una obligación fundamental, no una generosa dadiva del tirano.

 

Los estratos medios, gente de trabajo, infundidos por el temor de perder la seguridad social, el infonavit, la educación gratuita y los subsidios al transporte, olvidan que los derechos ciudadanos no son un regalo del gobernante en turno sino un factor esencial en la sana y sustentable convivencia civilizada.

 

Los estratos medios altos y altos moderados, agobiados por la excesiva carga fiscal, arrastran al país en su heroico esfuerzo, su capacidad y su estoicismo alienta a creer en el futuro, no quieren dedicar tiempo más que a salir adelante, no se distraen con “grillas”, olvidando que el ciudadano debe defender su libertad y su condición de dueño del país.

 

Los estratos altos, totalmente atrapados por los grandes subsidios, jugosas concesiones y deslumbrante oportunidad de negocios con sus conocidos en el poder, son alérgicos a cualquier lucha social que pueda romper con las cadenas que nos oprimen.

 

Cuando hay pocos ciudadanos clamando en el desierto, podemos asegurar que vivimos en una dictadura. La democracia es una plaza llena de ruido, de ordenado barullo, de incesante y ordenado debate, de negociaciones arriba de la mesa, donde pega la luz, de constante cuestionamiento a las autoridades, de permanente rendición de cuentas por parte de los funcionarios que se saben empleados, no señores de horca y cuchillo.

 

Socialmente, se ha desarrollado una cínica sospecha sobre cualquier ciudadano que se acerque al ejercicio del poder, es para enriquecerse, es para ensuciarse de alguna manera. Lo que debería ser práctica común, es visto con sospecha por los que no se animan a ejercer sus derechos y a cumplimentar sus obligaciones como miembros de la República.

 

Esto castiga a los ciudadanos que se atreven a asomar la cabeza en la arena política, crea una barrera de entrada al selecto círculo ya que los ciudadanos sí valoran su buen nombre. Son acusados de asuntos intrascendentes y son calumniados por infamias inverosímiles, los señalan por hechos que los políticos sí cometen. Genial, esto es un gran logro de los tiranos y cierra la pinza. Inteligente y perversa manera de cerrar la puerta. Entrada difícil e imposible permanencia,

 

¿Circuito cerrado? ¿Democracia de élites? ¿Y la gente común? Devorando gigantescas cantidades de mensajes chatarra y lamentablemente acostumbrados a las dádivas, a la mediocre, insulsa, lucrativa y desesperante incompetencia de los gobernantes.

 

¿Que hacer?

 

Lo primero, despertar la consciencia de nuestros semejantes, a base de escritos, conferencias, programas, discusiones, ayudar a despertar la voluntad del ciudadano

 

Diseñar un espacio en donde seamos escuchados. Comparar leyes de otros países, plantear procesos legales y legislativos para denunciar la cerrazón del aparato político y la lógica corrupción resultante. Hablar, hablar, hablar.

 

A eso voy a dedicar mi esfuerzo, a poner mi grano de arena en denunciar esta Dictadura democrática.

Imagen de cristinasc
Cristina Sada Salinas
Regiomontana, apasionada por la comunicación, en la busqueda de construir opciones de participación ciudadana, para hacer frente a la corrupción del poder político y económico de México.

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