¿SOMOS SAL DE LA TIERRA Y LUZ DEL MUNDO?

 02/05/2017 - 14:52

Por: Pbro. Elías López

 

(Evangelio del 5º. domingo del tiempo ordinario Ciclo C: Mt 5,13-16)

 

El evangelio de hoy viene después de la proclamación de las Bienaventuranzas. Ese dato nos ayuda a comprender que quienes han asumido las Bienaventuranzas como programa de vida están llamados a ser luz mundo y sal de la tierra. Mateo no dice que los creyentes deben reflejar la luz (Cristo). Él afirma con claridad: “Ustedes son la sal de la tierra y la luz del mundo” (vv. 13-14).

La sal y la luz son símbolos muy significativos. La sal es un condimento que da sabor y gusto a los alimentos. Es también un medio para preservarlos de la corrupción. Los discípulos tienen la tarea de hacer atractivo el Reino de Dios, de presentarlo como un anuncio gozoso que despierta las mejores energías de la humanidad. La comunidad de creyentes ofrece el testimonio de un estilo de vida sazonador y purificador. La tierra es su campo de trabajo, porque allí viven entre los pobres de espíritu, los que lloran, los que tienen hambre y sed de justicia, los que son explotados y dominados por el grupo en el poder. Así la comunidad va abriendo caminos para que el Reino de Dios llegue al mayor número de personas.

Pero en este caminar de la comunidad existe un peligro. En su contacto con las instituciones de la sociedad las iglesias, como sal, pueden perder su sabor, vaciarse. En la Biblia, cuando se habla de comportarse con vaciedad o necedad, se alude a una conducta contraria a la voluntad de Dios (Is 32,6; Ecclo 16,23). Los discípulos pierden su identidad como sal, cuando se olvidan de vivir su fe, teniendo como centro el Reino de Dios. Cuando esto ocurre, son arrojados fuera para ser pisoteados (literalmente <tratados con desdén>) por los hombres (v.13). Por eso las iglesias corren el peligro de dejarse arrastrar por el poder, caer en las redes del dinero y convertirse en amos en lugar de ser servidores.

El otro símbolo que utiliza Jesús es la luz. La luz calienta, guía, reúne, incrementa la confianza, reconforta. El símbolo “luz del mundo” nos remite a la vocación de Jerusalén, la ciudad luz, construida sobre la montaña para atraer a todos los pueblos hacia Dios. Por eso, dice Jesús, no puede esconderse una ciudad situada sobre un monte (v.14). Por tanto, esta imagen se aplica no al individuo creyente, sino a las iglesias, definidas por las Bienaventuranzas. Y en el plano doméstico, explica Jesús, es posible pero resulta aberrante esconder una luz que se acaba de encender (v. 13).

¿Cuándo los discípulos de Jesús nos convertimos en luz para los demás? La respuesta nos la da el profeta Isaías en la primera lectura de este domingo. “Cuando compartas tu pan con el hambriento, cuando los pobres sin techo entren en tu casa, cuando vistas al que veas desnudo y no vuelvas la espalda a tu hermano…Cuando destierres de ti la opresión, el gesto amenazador y la maledicencia…brillará tu luz en las tinieblas y tu oscuridad se volverá mediodía.” (Is 58,7-10).

¿Para qué sirve ser luz? Para que los demás, viendo sus buenas obras, glorifiquen al Padre de ustedes que está en los cielos (v.16). En estos discípulos <iluminados> los demás percibirán la presencia bondadosa y salvadora de Dios.

Cuenta la leyenda que una vez una serpiente empezó a perseguir a una luciérnaga. Ésta huía con rapidez y con miedo de la feroz depredadora. Pero la serpiente no desistía. Huyó un día y ella la seguía, dos días y continuaba la persecución. Al tercer día, ya sin fuerzas, la luciérnaga se paró y dijo a la serpiente: ¿Puedo hacerte tres preguntas? – No acostumbro brindar esa oportunidad a nadie. Pero, como te voy a devorar, puedes preguntar, contestó la serpiente. - ¿Pertenezco a tu cadena alimenticia?, preguntó la luciérnaga. – No, contestó la serpiente. - ¿Te hice algún mal?, volvió a preguntar la luciérnaga. – No, volvió a responder la serpiente. – Entonces, ¿por qué quieres acabar conmigo? – Porque no soporto verte brillar.

Elías López Bautista Pbro. 5 de febrero del 2017

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Cristina Sada Salinas
Regiomontana, apasionada por la comunicación, en la busqueda de construir opciones de participación ciudadana, para hacer frente a la corrupción del poder político y económico de México.

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