03/31/2015 - 14:47
¿Mano dura contra los criminales desde Roma, simulación, o descarada alianza con el poder político?
Jesús Romero Colín afirma que durante su niñez y preadolescencia, como acólito del cura mexicano Carlos López Valdés, mientras sus padres soñaban con que él se convirtiera algún día en sacerdote, sufrió repetidos abusos sexuales y fue expuesto a pornografía, al igual que muchos otros niños que conoció este clérigo enfermo y criminal.
Después de reunir el valor para denunciarlo y de que parsaran años en los que sus reclamos fueron ignorados por las autoridades religiosas y civiles, Jesús mantuvo una férrea perseverancia durante su lucha, hasta que por fin logró una sentencia eclesiástica en contra del sacerdote abusador. Posteriormente, incluso recibió una carta escrita de puño y letra del papa Francisco, pidiendo perdón “a nombre de la iglesia”, por los abusos sexuales de los que fue objeto.
Aún así, al día de hoy, el sacerdote Carlos López Valdés sigue libre, viviendo cómodamente sin ninguna restricción, y tal vez incluso sigue abusando de menores, ya que a pesar de la condena eclesiástica, prosigue con su actividad de oficiar misas en plena libertad. Fuera de ser condenado en papel, no ha sufrido ninguna consecuencia por todos los años en que para su placer personal, se dedicó a explotar sexualmente de muchos menores de edad que estaban bajo su cuidado.
¿Hasta cuándo México seguirá siendo el paraíso de impunidad para los sacerdotes de la iglesia católica? ¿Hasta cuándo seguirán nuestras autoridades protegiendo a estas personas enfermas, disfrazadas de santidad, que tanto daño psicológico, emocional y económico le provocan a los niños mexicanos?
¿Que no todos los abusadores de menores son sacerdotes? Claro que no. Muchos, de hecho la mayoría, son familiares directos o indirectos de las víctimas.
Entonces, ¿por qué tanta indignación contra la iglesia?, me preguntan.
Mi indignación es por muchas razones, algunas de las cuales describo aquí brevemente:
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El sacerdote representa para la mayoría del pueblo mexicano una figura de respeto y reverencia religiosa. Abusar de la fe y las creencias de un pueblo es un muy serio crimen.
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La iglesia institucional, independientemente de su nuevo discurso o de cartas sentidas de parte del máximo jerarca, en la práctica, como en este caso, protege a los abusadores y además:
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Evita a toda costa que la comunidad conozca sobre la conducta criminal de los sacerdotes contra los niños y preadolecentes.
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Los victimarios solamente son trasladados de parroquia en parroquia, a otro lugar donde no conozcan de sus fechorías, las cuales, desgraciadamente, siguen cometiendo.
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La iglesia ignora a las víctimas y las revictimiza.
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Tiene alianzas con la “justicia” mexicana, que mantiene en libertad a los criminales y solapa y protege a los muy pocos sacerdotes condenados eclesiásticamente.
Para mí, pues, lo más grave de este tipo de abusos, y lo que los diferencia de los cometidos por familiares, es que éstos, que también son de suma gravedad, no están avalados por una institución con el poder politico y económico que sí tiene la iglesia católica.
Aquí vemos, una vez más, a la iglesia institucional y al gobierno en franca alianza, protegiendo a criminales que deberían estar en la cárcel, lejos de sus víctimas.
¿Cuál será el pacto?
A mí me queda muy claro: es un pacto entre dos mafias muy poderosas.
“Yo protejo a tus sacerdotes criminales y tú no me alborotes a tu feligresía con cuestiones de justicia social y política”.
Quienes me leen, habrán notado que admiro a algunos sacerdotes y religiosos católicos que fungen como activistas, como son el padre Alejandro Solalinde, el obispo Raúl Vera o el padre Chema, defensor de los campesinos de Cadereyta; por lo cual, concluyen que soy “una incondicional de la iglesia Católica”. No es así y aquí pinto mi raya con respecto a la iglesia jerárquica.
Una cosa es admirar a algunos pocos notables personajes que por razones culturales, psicológicas y de fe son parte de la institucionalidad católica, al mismo tiempo que son grandes luchadores sociales, y otra muy diferente es darle mi respaldo a la jerarquía eclesial que comete este tipo de abusos e injusticias, y que lejos de seguir el ejemplo del mensaje de indignación del Cristo histórico, no se mete en asuntos “mundanos” como las injusticias sociopolíticas.
Incluso el actual papa Francisco ha despertado en mí admiración por algunas declaraciones progresistas, tan contrastantes con sus dos antecesores; pero aunque no dudo de sus buenas intensiones, hasta que no vea que con toda su autoridad exija justicia para las víctimas de la pederastia clerical en todo el mundo y destituya a los obispos que no sigan sus lineamientos y que protegen a los victimarios, me reservo cautelosamente mi optimismo.
Mi deseo es que el hipócrita y criminal Norberto Rivera salga de su cargo, que sea destituido este personaje que tan buen papel hizo durante décadas al proteger a Macial Maciel, junto con las mafias del poder político, empresarial y televisivo. Los niños abusados por sacerdotes en este país se cuentan por los miles, y este arzobispo protegió y sigue protegiendo a todos los sacerdotes criminales, que son muchos.
Las sentidas palabras del máximo jerarca católico no son suficientes, cuando de justicia se trata, y cuando tantos niños siguen indefensos ante estos delincuentes.
En México seguimos también esperando justicia por el grave crimen de Estado contra las víctimas de Ayotzinapa.
Sueño con un país de justica, de oportunidades, donde la abundancia de nuestra nación sea repartida para que a nadie le falte lo elemental.
No es imposible, pero hay muchísimo trabajo por hacer y muchos enemigos que enfrentar.
Algún día venceremos. El capitalismo depredador está terminando con los recursos naturales y con los seres humanos. No le importa el exterminio de masas de población con tal de extraer recursos no renovables donde los encuentre. El capitalismo sin sentido humano está instalando un individualismo egocéntrico. Es tiempo de una nueva conciencia colectiva, única garantía de supervivencia de la humanidad.
El siglo XXI será un siglo de conciencia mística, donde nos demos cuenta que todos somos uno, o no será.
Cristina Sada Salinas
Reportaje de Proceso completo:
Pederastia encubierta por Norberto Rivera y solapada por la PGJDF